En la disciplina BPM, entendemos que un proceso de negocio alcanza la madurez cuando cumple con 3 condiciones: está 100% implementado, se puede medir y es capaz de evolucionar:
1. Está 100% implementado
Un proceso de negocio ha alcanzado la madurez cuando está bien definido y adoptado por la organización. Esto supone que todos los integrantes de la organización lo usan y lo hacen de la misma forma, no hay interpretaciones personales o casos por fuera del proceso.
2. Está bien medido a través de indicadores clave de desempeño (KPI, Key Performance Indicator)
Un KPI establece métricas o medidas que indican el rendimiento de un proceso de forma objetiva y se contrasta contra las metas definidas por el negocio para cada indicador. De esta forma se puede ver cómo está funcionando el proceso en la organización evitando valoraciones basadas solamente en percepciones.
3. Puede evolucionar en caso de ser necesario
Ya sea por cambios en las necesidades de los clientes, en los competidores, internos a la organización, regulatorios, o de cualquier otra índole, debe ser capaz de evolucionar. Este último punto es relevante y no es evidente. Uno puede pensar que un proceso maduro es aquel que no cambia. Pero es justamente lo contrario. Un proceso maduro es aquel que funciona bien, pero que es posible modificar rápidamente en caso necesario y así atender las nuevas demandas.